«Eres demasiado tolerante con las divagaciones de tu mente y condonas pasivamente sus creaciones falsas.» (T-2.VI.4:6)
Esta frase nos recuerda que no somos víctimas de nuestros pensamientos repetitivos, sino que en realidad los estamos permitiendo y sosteniendo. Si no tomamos una decisión para redirigir nuestra mente, seguirá repitiendo lo que ya conoce.
Muchas veces dejamos que nuestra mente divague sin control y aceptamos sus pensamientos falsos sin oponernos. No es que estemos activamente eligiendo el miedo o la confusión, sino que al no hacer nada al respecto, estamos sosteniendo ese estado mental por omisión.
Los bucles del ego
«Si tuvieras presente lo que el Espíritu Santo te ofrece, no podrías mantenerte alerta excepto en favor de Dios y de Su Reino.» (T-6.V.C.3:1)
La mente tiene una tendencia natural a repetirse, a recordar problemas y a recrear escenarios pasados. Esto es un mecanismo de supervivencia primitivo, diseñado para identificar peligros, pero en el presente se convierte en un ruido constante que nos mantiene atrapados en preocupaciones y conflictos innecesarios.
Aquí es donde la enseñanza del Curso nos invita a hacer un cambio de enfoque: en lugar de estar alertas en favor del miedo y la distracción, podemos entrenarnos para estar alertas solo en favor de Dios y de Su Reino. Esto no significa reprimir los pensamientos o negar su existencia, sino reconocer que tenemos el poder de decidir en qué queremos invertir nuestra energía mental.
Cuando permitimos que la mente divague sin dirección, reforzamos una vibración de confusión y separación. Pero si dirigimos conscientemente nuestra atención hacia la verdad y la paz, nuestro estado interno cambia. No se trata de luchar contra los pensamientos, sino de elegir qué alimentamos con nuestra atención.
¿Estoy permitiendo que mi mente se llene de pensamientos sin propósito, o estoy eligiendo activamente enfocarla en la paz y la verdad?
