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La culpa como forma de autocastigo

El ego utiliza la culpa para mantenernos atrapados en un ciclo de ataque y sufrimiento, haciéndonos creer que es real e ineludible. Sin embargo, el Espíritu Santo nos muestra que la culpa nunca ha existido. Al aceptar nuestra inocencia, descubrimos que el ataque no tiene fundamento y que nuestra verdadera naturaleza es pura e invulnerable. Liberarnos del ego es simplemente recordar quiénes somos en realidad.

El ego te enseña a que te ataques a ti mismo porque eres culpable, lo cual no puede sino aumentar tu culpa, pues la culpa es el resultado del ataque. 2 De acuerdo con las enseñanzas del ego, entonces, es imposible escaparse de la culpa. 3 Pues el ataque le confiere “realidad”, y si la culpa es real, no hay manera de superarla. 4 El Espíritu Santo sencillamente la desvanece mediante el sereno reconocimiento de que nunca ha existido. 5 Al contemplar la inocencia del Hijo de Dios, sabe que eso es la verdad. 6 Y al ser la verdad con respecto a ti, no puedes atacarte a ti mismo, pues sin culpa el ataque es imposible. 7 Por lo tanto, estás a salvo porque el Hijo de Dios es inocente. 8 Y al ser completamente puro, eres invulnerable. UCDM.T.13.I.11

STOP IT! (¡Páralo!)

El humor de Bob Newhart en «Stop It» nos recuerda cómo, muchas veces, enredamos soluciones simples en un exceso de miedo y análisis. Un Curso de Milagros nos enseña que es en el presente donde podemos elegir soltar esos patrones, permitiendo que el Espíritu Santo deshaga el miedo y nos guíe hacia la paz.

El Espíritu Santo conduce al Cielo tan ineludiblemente como el ego conduce al infierno. 5 Pues el Espíritu Santo, que sólo conoce el presente, se vale de él para desvanecer el miedo con el que el ego quiere inutilizarlo. UCDM.T.15.I.7:4-5

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