Saltar al contenido
Portada » Práctica » Dolor igual a culpa

Dolor igual a culpa

«La mente que está libre de culpa no puede sufrir. Al estar sana, sana a su vez al cuerpo porque ella misma ha sanado.» (T.5.V.5:1-2)

No hay más palabras señoría. Esta parte del curso no deja lugar a dudas. Tu mente crea tu experiencia, es lo único que hay. Si sostienes culpa y sufrimiento, el cuerpo la reflejará. Pero nadie te está haciendo nada. No es lo que pasó, no es la injusticia, no es el azar, eres tú y tu interpretación.

¡Qué fácil es y cuán por alto lo pasamos! Podemos observar cualquier síntoma o situación como una oportunidad para mirar. O podemos elegir no hacer nada y ser «víctimas» de nuestras propias creencias.

¿Preferirías tener razón a ser feliz? T.29.VII.1:9

¿Qué sucedería si hoy soltaras el deseo de llevar razón? ¿Sería posible descubrir que nunca hubo nada que perdonar? ¿Qué resentimientos estoy eligiendo albergar para mantener mi concepto de mí (victimismo, injusticia, abandono…)?

Todo sufrimiento es una forma de querer llevar la razón

«Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. Nada externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte.» (L.190.5:1-4)

El mundo no hace nada. No hay un agente externo que nos hiera, que nos haga daño o que nos enferme. Somos nosotros, aferrándonos a nuestras creencias y negándonos a soltar el pasado, los que perpetuamos el sufrimiento y el dolor.

Cada vez que pensamos  “esto me hizo daño”, lo que realmente estamos diciendo es: “yo elegí ver esto de manera dolorosa y no quiero cambiar mi interpretación”. Incluso puede que creamos que no lo pensamos al haberlo tapado, pero no por ello el pasado deja de gobernar nuestro presente desde la sombra.

Si supiéramos cuánto daño nos hacemos al no querer cambiar, al seguir sosteniendo que tenemos razón, otro gallo cantaría. No hay enfermedad ni sufrimiento que no nazca de un pensamiento erróneo. Si queremos paz, tenemos que atrevernos a soltar, dejar de resistirnos queriendo conservar la idea que tenemos de nosotros.

¿Porqué me niego a mirar? ¿Qué concepto de mí tengo miedo de perder? ¿Mi cuerpo o mis pensamientos me están haciendo sufrir? ¿Qué hay detrás de eso?

Deja una respuesta