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Miedo a destapar la oscuridad

Tal como una langosta se aísla para desprenderse de su antiguo caparazón, nosotros también debemos atrevernos a mirar nuestras sombras. Puede parecer doloroso enfrentar lo que hemos ocultado, pero sólo al entregarlo al Espíritu Santo logramos liberarnos de esas barreras mentales para poder crecer. Este proceso nos permite despojarnos de creencias limitantes y descubrir nuestra verdadera fortaleza.

«No ocultes el sufrimiento de Su vista, sino llévalo gustosamente ante Él. Deposita ante Su eterna cordura todo tu dolor y deja que Él te cure.» (UCDM, T.13.III.7:3-4)

¿Qué duele más? ¿Sostener el dolor indefinidamente o atravesarlo?

El proceso de cambio requiere mirar hacia adentro y enfrentar lo que nos duele. Tal como el rabino explica con la metáfora de la langosta, apartarse y soltar lo viejo puede ser incómodo, pero nos permite liberarnos de la culpabilidad que proyectamos hacia afuera y recuperar nuestra paz interior. El crecimiento verdadero comienza al reconocer que la fuente del sufrimiento está en nuestra mente y podemos elegir soltarlo.

Es inevitable que quienes experimentan culpabilidad traten de desplazarla, pues creen en ella. 5 Sin embargo, aunque sufren, no buscan la causa de su sufrimiento dentro de sí mismos para así poder abandonarla. 6 No pueden saber que aman ni pueden entender lo que es amar. 7 Su mayor preocupación es percibir la fuente de la culpabilidad fuera de sí mismos, más allá de su control. (UCDM.T.13.X.3:4-7)

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